viernes, 9 de marzo de 2012

"2 Actores, 2 Monólogos"



“Sobre el daño que Causa el Tabaco”
Actor: Simón Salcedo.
Fotografía: Miguel Gracia.

Agrupación: GARAGE TEATRO.
Monólogo: “Sobre el daño que causa el tabaco”
Autor: Antón Chejov.
Dirección: Alexander D´León – Simón Salcedo.
Duración: 30 Minutos.

Sinopsis:

La verdadera prisión esta dentro de cada hombre, y solo cuando tenemos conciencia de ello, es que comenzamos a valorar el verdadero sentido de la libertad. A partir de ese momento, se nos abren caminos, se nos cierran puertas e iniciamos una feroz lucha, entre lo que somos y lo que queremos ser. Este es el caso del conferencista Reginaldo Martínez, un hombre notable y brillante, quien desde hace tiempo lucha a brazo partido por salir de su prisión. Lo que él, no sabe, es que hoy, sin darse cuenta, encontrará su camino a través de nosotros.
Bien, no les digo más, disfrútenlo.
Ah… y por favor, no fumen más…

Ficha Artística:
Reginaldo Martínez: Simón Salcedo.
Presentador: Alexander D´león.
Dirección: Alexander D´León – Simón Salcedo.
Ficha Técnica:
Vestuario:
Diseño y Realización: Alexander D´León.
Elementos Escenográficos:
Diseño y Realización: Simón Salcedo – Alexander D´León.

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“Elisa”.
Actor: Alexander D´Leòn.
Fotografía: Belkys Guerra




“Elisa”.
Actor: Alexander D´Leòn.
Fotografía: Juan Mogollón Solórzano

Agrupación: GARAGE TEATRO.
Espectáculo: “Elisa”
Autor: Alexander D´León.
Basada en el cuento “Quién mató a Saturnino” de Roberto Ryzcko.
Dirección: Alexander D´León – Simón Salcedo.
Duración: 25 Minutos.

Sinopsis:

Elisa, es un canto al hombre del campo, una manera de ver y comprender la esencia del verdadero campesino. Ese ser Universal, que después de Dios, es padre dador de todos los hombres.
De la tierra venimos. Hombre, mujer. De la tierra y por la tierra vivimos y no morimos, solo volvemos a ella.

Ficha Artística:
Elisa: Alexander D´León.
Dirección: Simón Salcedo – Alexander D´León.
Ficha Técnica:
Vestuario:
Diseño y Realización: Alexander D´León.
Elementos Escenográficos:
Diseño y Realización: Alexander D´León – Simón Salcedo.



CRITICA TEATRAL DE JUAN MARTINS, VENEZUELA, PUBLICADA EN EN PORTAL TEATROENMIAMI.COM
A PROPOSITO DE LA PARTICIPACION DE "2 ACTORES, 2 MONOLOGOS" EN EL “4 off art-festival de Margarita” 2006. EN DONDE OBTUVIERON EL 1ER. LUGAR “Sobre el daño que causa el tabaco” EL 2DO. LUGAR "Elisa", además del 1ER. LUGAR POR LA DIRECCION PARA ALEXANDER D´LEON.


Juan Martins | TeatroMundial.com, Venezuela

Con “2 actores/ 2 monólogos” dirigida por Alexander D’ León y representados por los actores Simón Salcedo y Alexander D`León respectivamente participaron, la agrupación “Garage Teatro”, en el “4 off art-festival de Margarita”, alzándose el primero, “El daño que hace el tabaco” de Antón Chéjov, con el sendo primer premio, evento que fue organizado por Rodolfo Rodríguez en el “Teatro Simón Bolívar” de Nueva Esparta. Y el segundo “Elisa”, una versión del cuento “¿Quién mató a Saturnino?” de Roberto Rizcko representado por el mismo Alexander D’ León a quien a su vez se le otorgó mejor dirección por este trabajo en conjunto. En esta ocasión tuve el placer de reconocer uno de los mejores espectáculos que he visto en tanto al arte del actor se refiere. TeatroenMiami.com -
Claro está que tal declaración exige un análisis conceptual. Argumentar, como es natural, tal afirmación. Bien, habrá que evaluar esto desde dos puntos de vistas que, pienso ahora, son fundamentales en la instrumentación del actor y de cómo compone su poética. A saber, la unidad del actor como dominio del espacio escénico y en segundo lugar, la interpretación del texto dramático. Veamos entonces sus alcances en las diferentes propuestas pero que se representaron como un único espectáculo. Así, cuando decimos interpretación del texto es que nos estamos refiriendo a la interpretación semiológica del actor en el desarrollo de aquel espacio escénico. Un buen actor se caracteriza porque logra (de)codificar los signos tantos verbales como no-verbales que están dispuestos a modo de extender su representación. La lectura que hace del texto deviene de una compresión dialéctica entre las formalidades del lenguaje dramático y el “texto escénico” (todo aquel texto que está escrito para la puesta en escena, así como las didascalias y presentación de las escenas), permitiendo reconocer, para él, cuáles son sus condiciones con el objeto de desarrollar el personaje y darle lugar a las formas físicas y psicológicas de éste, o sea, representar qué se ha entendido como espacio físico en la obra: la profundidad de los desplazamientos, la integridad del movimiento gestual, la expresión corporal de las emociones. Por lo que el personaje lo es en la medida que induce sus condiciones reales: qué papel desempeña en el relato teatral y qué tan fidedigno le es a esas condiciones las cuales, si bien pertenecen en principio al rigor literario, adquieren corporeidad en el actor. El relato se hace en el espectador en la medida que la palabra (el signo verbal) se ve en el escenario (signos no-verbales). Por eso, él compone las formas dentro de aquél personaje, deja entrever en las caracterizaciones como también en sus exigencias psicológicas. Entonces la palabra escrita se nos va exhibiendo . Eso lo sabemos, pero se hace interesante cuando la interpretación se funda como enlace de la obra teatral. Es en sí la interpretación actuación, figura de la puesta en escena, organización del entretenimiento, signo teatral. Allí el actor tiene una responsabilidad.

Y estos actores lo han sido con el discurso que proponen, definen aquella interpretación semiológica: registran, codifican y estructuran una lectura conciente del material literario. El proceso de investigación se hace evidente ante la mirada de los espectadores, adquieren presencia escénica. Esto se debió al hecho de cómo (en “El daño que hace el tabaco”) resolvieron en escena elementos del texto que, a pesar de lo narrativo, se impuso el ritmo y la comedia, admitiendo el entretenimiento en un juego lúdico y limpio en las condiciones del gesto y el movimiento. La “carga” intelectual del texto —por decirlo de alguna manera— se aligeró en la risa del público, quien se identificó con un relato que en muchas oportunidades se nos anuncia como ajeno y con no poco letargo. Aquí, con la interpretación de Simón Salcedo, encontramos todo lo contrario. Si se quiere el discurso se nos construye, demostrando que el público tiene mucho qué ver con la resolución de la obra y cómo se desenvuelve en la noche de la función. El actor para ello manejó una capacidad de síntesis que estructura en el escenario. El personaje se nos acercó, como decía, con identidad y goce estético. No había un minuto de más ni menos en la actuación. Todo estaba dado en esta versión. Demostrando el alto perfil de su oficio, por lo menos para lo que a este texto de Antón Chéjov se refiere. Un tanto hizo Alexander D’ León con su parte, sólo que manejo ciertos elementos complejos de la tragedia y el drama para diferenciar los ritmos de lo que era, después de todo, la propuesta de dos monólogos. Y así lo logran: con síntesis, obteniendo un componente de goce estético. Alexander nos devuelve una interpretación muy orgánica y estructurante con el texto. El drama quiere desarrollarse como denuncia que se formaliza en la tensión, ritmo y atmósfera creada. Se otorga un sentido ficcional muy diferente del otro monólogo como elemento edificador de aquél ritmo. Todo logrado con pocos, casi nada, dispositivos escénicos. Centrando la energía actoral como protagonista. Agrego aquí un dominio en la dicción y proyección de la voz muy conciente con lo que se quería: denunciar ciertas condiciones del campesino y el problema de la tenencia de la tierra (hasta dónde alcancé a interpretar la sintaxis del relato teatral). La denuncia como tal no es lo más importante aquí sino el hecho estético. Y lo salva como artista. En el arte lo importante no es lo que se dice, sino cómo se dice, premisa que sigue con rigor D` León. No en vano recibió el premio a la mejor dirección en el marco del Festival. Lo que no me quedó claro fue la estructura dramática del texto, creo que faltó definir un poco más el lugar del conflicto y desde allí desplazar con mayor interés el tema de la misma (hecho importante en la denuncia que se nos hace intrínseca). Lo que por otra parte no permitió un mayor nivel de matices en tanto al texto se refiere. Sin embargo, D` León se mostró interesado más bien hacia ciertos aspectos estéticos de la puesta en escena y el sitio que ocupa el actor en ella. Lo logra con creces. Lo cual obtendría, sugiero, profundidad en la atmósfera de considerarse el uso de la iluminación que se descartó a profeso. Pero no le restó importancia en el acabado final.

En todo caso, necesitaría conocer un poco más el texto para extenderme en este momento del análisis y corroborar, un poco, lo que trato decir en cuanto a la falta de claridad en el ritmo y territorio del conflicto. Si llegara a mis manos, de seguro este artículo tendrá un segundo capítulo.

Creo que a estos dos actores habrá que tomarlos muy en serio en nuevas experiencias. Y no es un aviso, es un cuestionamiento que hago a la nueva burocracia del estado ante el hecho de que desde el interior del país, queda una vez más demostrado, se está fraguando un moviendo emergente y de claridad estética el cual, con vicios institucionales, no podrá reconocerse en el país. Aquí tiene usted, señor estado, un ejemplo de no alienación estética.

Maracay julio de 2006

http://www.teatroenmiami.net/index.php/noticias-2004-08/19-jm/5664-Dos%20de%20una%20y%20un%20festival

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